Vivimos junto nuestra familia en el Palazzo Dei Priori, un enorme castillo ubicado en el corazon de Volterra y contruido para nosotros en la Edad Media.
Durante el día permanece abierta una parte de él a la multitud de turistas que desde todos los puntos del mundo vienen aqui a visitarlo, pero la mayor parte de él está cerrado al publico y es ahí donde nosotros habitamos en la más absoluta tranquilidad y donde jamás entra un humano más que para servirnos de alimento.
Las leyendas hurbanas dicen que está encantado y que aquellos que se atrevén a entrar más allá de los limites establecidos, no salen jamás, es por eso que le temen muchos y respetan nuestro espacio, pero ese mismo motivo también despierta el interés de otros que cuando cruzan la linea cometen el peor error que puedan imaginar.
Disponemos de un gran hall de entrada en nuestro territorio privado en el castillo.
Una enorme estancia que da acceso a todos los rincones del castillo ajeno a ojos humanos y que conduce a los aposentos de todos los habitantes del lugar, tanto de la guardia como a los nuestros propios.
Aquí es donde las visitas esperan ser llamados, o bien, ser recibidos.
Nuestros aposentos están en la primera planta y es ahí donde tenemos la piscina privada, donde tan sólo los lideres, sus esposas y algunos de nuestros más fieles guardias pueden hacer uso de ella, ya que sin nuestro permiso nadie puede acceder ahí por su propia seguridad.
Como entrada a nuestra habitación tenemos una amplia salita donde mi fiel esposa pasa las horas muertas leyendo y difrutando de sus libros, ya que es una gran apasionada de la lectura.
Yo sin embargo prefiero emplear mi tiempo en otras cosas tales como la planificación de nuestros viajes, mis negocios, los deberes de mi cargo como líder o el simple placer de su compañia.
Este es nuestro espacio más intimo y personal, aunque he de reconocer que no hacemos mucho uso de la cama ya que no dormimos y nuestra pasión pocas veces nos lleva hasta ella porque somos demasiado pasionales los dos y siempre nos dejamos arrastrar por los impulsos allí donde estemos, ya sea la piscina, el despacho, el coche o cualquier otro lugar donde tengamos un poco de "intimidad".
